El resguardo indígena de Caicemapa es el último territorio indígena del sur de La Guajira, ubicado en el municipio de Distracción, conformado por cuatro comunidades Wayuu, Caimito, Ceiba, Madre Vieja y Paraíso, es una franja de la Alta Guajira, pero en el sur.
Sus paisajes son desérticos por la falta del agua y otras necesidades, tienen su espacio autónomo donde la vida se mueve a un ritmo diferente al de los otros poblados, pero ¿qué tanto se sabe sobre sus condiciones de vida?
En general la desigualdad está a simple vista, a solo metros es posible ver el cambio del terreno; a un lado hay abundante agua para el cultivo de palma africana, algodón y arroz, pero al llegar a la zona del resguardo, no hay agua ni para el consumo, toda se la lleva el distrito de riego de la represa el Cercado del río Ranchería.
Las actividades de sustento de los indígenas Wayuu en Caicemapa, no han cambiado mucho, estas vienen arraigadas a un modelo de vida donde muchas de las prácticas ancestrales continúan vigentes; fabricación de mochilas, prendas de vestir, chinchorros, taburetes, casas de barro, techos de cardón, sombreros, y la práctica del carbón vegetal que para muchos es una opción en tiempos de crisis. También crían ovejas y chivos, de lo que depende en gran medida la resolución de conflictos, pues con ellas se pueden pagar faltas y solucionar problemas de cobros de deudas.
La siembra, por su parte, es guiada por el tiempo que indican la posición de las estrellas, así la comunidad, está atenta al tiempo de lluvias, ya que es lo único que les garantiza agua para los cultivos, aunque también les genere calamidades.
Es el caso de la grave situación que vivieron durante la ola invernal de octubre del 2022 y que temen se repita el presente año. La temporada de lluvias los golpeó severamente dejando a muchos habitantes sin hogar, sin animales y con enfermedades. Esta situación ha sido difícil de superar y más cuando el compromiso que hizo la alcaldía municipal de enviar maquinaria y arreglar el cauce del arroyo Saladillo no se completó.
David Uriana, habitante de la comunidad de Madre Vieja, indicó ¨Las maquinarias llegaron, pero no pudieron hacer nada porque el terreno estaba mojado, quedaron atascadas y hasta los bomberos ese día se quedaron en el barro, de allí se fueron y no arreglaron camino y no vinieron más, y ahora si vuelve a llover como ese día vamos a estar en las mismas¨.
Pero cuando no son las inclemencias del invierno, es el problema de la calidad del suelo, “La Guajira también es verde, pero a nosotros siempre nos toca el terreno seco, el que no sirve para sembrar”, dice Mariela Acosta, mientras acomoda los maderos del fogón de leña, ella es una mujer Wayuu de mediana edad, que habita por tiempos en el resguardo, asegura que le va mejor vendiendo chicha en Riohacha donde reúne dinero para comprar insumos que le trae a su tía quien elabora mochilas y otras artesanías.” Yo vivo aquí y allá, esas costumbres del Wayuu de estar de un lado a otro lo llevamos en la sangre, y aquí con más razón hay que salir a rebuscarse la vida, aquí no hay trabajo y lo que sabemos hacer no genera mayor ingreso, si no salimos a recoger algodón, vamos a vender al mercado, en Riohacha es mejor, y los hombres salen a ver si se consiguen un trabajo, muchos son jornaleros y si tienen suerte e hicieron el bachiller, consiguen empleo de vigilante o algo”
El departamento de La Guajira ha sufrido durante años fallas estructurales, las problemáticas son más visibles en el norte, lo que llaman alta y media Guajira, pero aquí en el sur también encontramos las mismas problemáticas que se han normalizado con el pasar de los años y que continúan invisibles para las administraciones municipales y departamentales.